domingo, 25 de noviembre de 2007

En relación con la cibercultura


El "yo protéico"
Las nuevas generaciones de jóvenes están siendo denominadas como protéicas. El nombre viene del dios Proteo, un ser marino que al ser atrapado engañaba a su captor transformándose en otros seres. El término, entonces, se acuña a los jóvenes por la poca estabilidad de sus vidas. Es decir, nuestras vidas actualmente son mucho más mutables que las de nuestros padres, debido al haber crecido en urbanizaciones de interés común y teniendo tan fácil acceso a la información por la vía tecnológica. Estas generaciones son menos reflexivas y más espontáneas, buscando un interés propio más que defendiendo una ideología. Hemos crecido en un mundo mucho más flexible, tenemos menos limitaciones. Inclusive nuestra forma de procesar información ha cambiado, cuando pensamos más con imágenes que con palabras y procesamos (cada vez más) la información electrónica de una manera casi natural.




Una cultura artificial

Los avances tecnológicos han llegado a un punto tal que nos dan la oportunidad de ser quienes queremos ser. Ahora es fácil permanecer en el anonimato bajo el “profile” falso de la persona que hace lo que nos gusta hacer a nosotros, que es gallarda, humorística, optimista, es decir, que tiene todas nuestras virtudes y ninguno de nuestros defectos. Esto se logra gracias a la creación de espacios virtuales como Facebook, MySpace, y más a profundidad en el sistema de Second Life. De esta manera las relaciones humanas han sido radicalmente afectadas. Hemos llegado a un punto en que la transición de una sociedad natural a una artificial está dando pasos agigantados. Si bien es cierto que el capitalismo “inventa” la sociedad al borrar la relación de significación unilateral con el significante, es decir, que los objetos son considerados como mercancía más que considerados por su función, la transformación natural-artificial no había sido tan radical como lo está siendo ahora. Por tanto, considero que paulatinamente (y ahora con mucha mayor rapidez), estamos dejando de ser una cultura natural para transformarnos en una artificial.